MINDFULNESS EL FRUTO

La práctica de la meditación es tan antigua que ya hay indicios de que existía hacia el año 7.000 a.C. y ha llegado hasta hoy a través del budismo.
El término budista traducido al inglés como Mindfulness y al castellano como Atención plena se origina en el término pali Sati, en sánscrito Smṛti, que originalmente significaba recordar.
La Atención plena conduce al renacimiento al no seguir el surgimiento de pensamientos unidos a emociones perturbadoras y, por otro lado, sí prestar atención a la experiencia sensorial que proporciona el camino a la liberación al ponernos en contacto con nuestra Naturaleza original.
Mantener la conciencia en la realidad presente permite ver la auténtica vida y a nosotros mismos o nosotras mismas sencillamente ahí, en la forma esencial a retomar.
Paulatinamente nuestras necesidades instintivas, originadas “de abajo arriba”, están más condicionadas por mecanismos de ajuste personal y la adaptación social o socialización, “de arriba abajo”.
Para vivir nuestro aspecto instintivo, en nuestra base bio-psico-social, solo necesitamos permitir el equilibrio entre experimentar y controlar: “Dejar que ocurra lo saludable”.
Vive justo en el presente comenzando con la práctica Mindfulness
Respiración
En postura tumbada o sentada en posición de loto, de modo que todo el cuerpo pueda descansar, y cerrando los ojos si quieres aumentar tu concentración:
Inspirar expandiendo el abdomen hacia fuera y exhalar contrayendo para impulsar el aire para salir despacio por la nariz.
Concentrar la atención en la respiración durante, al menos, tres minutos.
Presencia
Con amabilidad hacia uno mismo o una misma:
Dejar recorrido a los pensamientos, hasta que puedan irse.
Mantenerse en no juzgar, si acaso percibir agrado o desagrado, sin luchar contra lo que surge, incluso la ambigüedad.
Sentidos
Con una pequeña porción de alimento (puede ser chocolate, fruta, una uva pasa, un fruto seco):
Experimentar las sensaciones que nos proporciona, con calma.
Explorar el color y la luz sobre la superficie, la textura y el sonido al tocarlo, los matices del olor, el sabor, el cambio de temperaturas y cualquier otra sensación.
Movimiento
Para intensificar las sensaciones percibidas en activo:
Caminar, a un ritmo pausado pero natural, fijando la atención en: la firmeza de las plantas de los pies, la energización de nuestro abdomen como “plexo solar”, la expansión al soltar hombros, cuello y mandíbulas, el movimiento del cuerpo acompasado como un todo que ocupa el espacio físico y psicológico allá donde vaya.
Los talleres vivenciales son una forma de contacto con estas capacidades.
Sois bienvenidas todas las personas: mayores, adultas, niños y niñas, a las sesiones semanales de 1 hora y media, presenciales y online.