DISFRUTO LA MENOPAUSIA
Estamos en contacto con el movimiento cíclico constante de las hormonas en nuestro cuerpo. Ocurren diversos cambios de un momento a otro y cambios mayores a lo largo del tiempo. En realidad, es un juego que no tiene fin, pues incluso cuando la menstruación cesa de forma natural, con la menopausia o climaterio, estas hormonas siguen liberándose, aunque en distintas cantidades y combinaciones, formando nuevas y fascinantes figuras.
La variabilidad de formas de adaptación de cada mujer es enorme en la nueva etapa en que nuestro ciclo no viene marcado por la menstruación.
Encontramos experiencias en que pasa desapercibida hasta manifestaciones de la menopausia floridas y molestas como síntomas vasomotores (sofocos), irritabilidad, insomnio, sequedad vaginal, etc.
A pesar de que, cada vez más, la salud es considerada el resultado de una variedad de factores, llama la atención que se continúe interviniendo de forma sistemática solo a nivel hormonal en nuestros ciclos. Y es que, en el ciclo evolutivo sexual y especialmente en el femenino, las hormonas asociadas aparecen como las “culpables” del numeroso malestar, solapando muchas veces otros factores.
No hay evidencia científica de que la sintomatología que se pueda presentar coincidiendo con el climaterio se deba exclusivamente al descenso de los estrógenos.
La sexualidad en la menopausia, no tiene por qué verse afectada. Muchas mujeres mantienen relaciones sexuales satisfactorias cuidando sus pautas para prevenir la sequedad vaginal, así como manteniendo vivo el interés o el deseo sexual.
Existen estereotipos culturales que relacionan la menopausia con el final de la vida reproductiva, con la pérdida de la feminidad y de la belleza física asociada a la juventud. Así mismo, concepciones procedentes del modelo biomédico proporcionan una visión negativa y patológica asociada al riesgo de enfermedad, a la pérdida de capacidades para la vida y al envejecimiento.
Todo ello contribuye a una representación social negativa de la menopausia que se asocia a soledad, dependencia, necesidad de cuidados especializados y sentimientos generalizados de pérdida.
Desarrollamos un modelo de salud en el que el propio cuerpo-psique no es el problema. Nos desmarcamos de las convenciones, clichés o estereotipos con los años y cambiamos el trato de “menopaúsicas” o “resabiadas” al entendernos revalorizadas como “mujeres que contactamos con nuestra intuición y sabiduría de lo saludable”, memorizada en nuestro cuerpo en los ciclos menstruales, también en la menopausia y, por extensión, en cualquier cuerpo o ser.
Entrar en contacto con esta memoria nos acerca a “lo que no podemos dejar de ser” en nuestra Naturaleza.